Durante años, los egiptólogos habían asumido que las tumbas de las pirámides egipcias eran espacios reservados para la élite (la nobleza), como las famosas pirámides de Guiza y el delta del Nilo que eran las tumbas elegidas por los faraones del Antiguo de Egipto en el valle de los Reyes. Sin embargo, un equipo de científicos ha descubierto una serie de intrigantes esqueletos ocultos en una pirámide egipcia, concretamente en el yacimiento de Tombos, ubicado al norte de Sudán, que comparte frontera con Egipto que desafían esta creencia. Tombos estuvo bajo la tutela del antiguo Egipto y los restos datan de hace 3.500 años, precisamente cuando Egipto expandió su influencia hacia el sur.
Un hallazgo revolucionario en Egipto
Los esqueletos humanos de este enclave arqueológico que se cree estaba formado por funcionarios menores, escribas o artesanos, no se ajustan al patrón clásico de lugar de descanso para los más adinerados de la sociedad, ya que los arqueólogos han identificado que los esqueletos presentaban signos de actividad física intensa, lo que evidenciaría que se trataba de trabajadores de bajo estatus social y, por tanto, no habrían vivido con los privilegios de la realeza.
Estudios anteriores habían descubierto restos de una mujer adulta y un niño que padecían un trastorno del crecimiento; también una mujer mayor que vivió hasta los 60 años y padeció artritis, otra mujer más joven cuyo entierro incluía un bebé, e incluso una mujer de mediana edad con una cesta llena de pequeñas figuras y otros objetos. Ahora, un nuevo trabajo publicado en la revista Journal of Anthropological Archaeology que presenta el hallazgo de tumbas con individuos de distintos estratos sociales en las pirámides, pone en duda la versión tradicional de las costumbres funerarias egipcias y apunta a una sociedad con una organización más diversa y compleja de lo que pensábamos.
Los trabajadores también tenían su lugar en las pirámides
Para su trabajo, los expertos incorporaron más de 10 años de excavaciones, análisis biomolecular, isotopos de estroncio y comparación entre tipos de tumbas (pirámides, cámaras subterráneas, túmulos) para determinar sus conclusiones finales.
Los fósiles descubiertos pertenecían a personas que llevaban vidas físicamente exigentes pero, a pesar de ello, también fueron enterrados en las pirámides junto a los nobles. “Las tumbas piramidales, que en su día se consideraban el lugar de descanso final de la élite, podrían haber incluido también personal de bajo estatus y de alto nivel laboral. En las distintas zonas de cementerios y tipos de tumbas, [nuestro análisis] sugiere un panorama complejo de personas físicamente activas y personas menos activas físicamente”, explican los autores.
Esta revelación podría transformar toda la historia completa de las icónicas y simbólicas pirámides de Egipto. De hecho, comparaciones con datos de Egipto y Nubia (Kush para los antiguos egipcios) respaldaron la coexistencia de tumbas mixtas, de élites y trabajadores en los enterramientos. Los arqueólogos se toparon con toda suerte de actividad física del individuo según el tipo de tumba: los túmulos o entierros en tumbas tipo cámara mostraban niveles de actividad física más moderados; los entierros nubios (flexionados) en los que había mujeres locales, evidenciaban que estas habían ostentado ocupaciones de baja exigencia física dado su bajo nivel de desgaste, y otros, con claros signos de haber llevado a cabo labores físicas intensas habían sido enterrados en las tumbas piramidales asociadas tradicionalmente con la élite de la sociedad egipcia.
Según los expertos, quizá creían que, al enterrar a los trabajadores junto a sus amos, los primeros continuarían sirviendo a los segundos en el más allá, aunque a todas luces, este estudio desafía una suposición arraigada en el campo de la egiptología en la que habrá que seguir profundizando.