Archivo Confidencial
¿QUÉ VA A PASAR CON Sonora ante el incremento de aranceles de productos en EU?
Hay dos visiones, una buena y una mala. Primero la negativa para extrapolar la positiva.
Sonora es un importante exportador de carne de res y cerdo, espárragos, uva de mesa, trigo, cítricos y nueces cuyos precios subirán en el mercado estadounidense, reduciendo la demanda y afectando las exportaciones. Ejemplo: si un supermercado en EU debe pagar 10% más por la uva de Sonora, podría optar por comprarla de California o Chile.
Menos exportaciones es igual a menor producción, caída de precios y reducción de empleos directos e indirectos como las empacadoras de carne y frigoríficos de Hermosillo y Cajeme. Pegaría en la importación de maquinaria, fertilizantes y alimentos para ganado aumentando costos de producción. Podrían tener dificultades para mantener sus cultivos y producciones cárnicas rentables. Si no se adaptan a la nueva modalidad pudieran sufrir pérdidas importantes.
La Industria manufacturera y maquiladora como la automotriz (partes y ensamblaje de autos en Hermosillo para Ford y GM, podrían preferir proveedores de otros países), aeroespacial (empresas como Safran y Textron ubicadas en Guaymas y Empalme que dependen de exportaciones de EU) y electrónica, corren el riesgo de perder clientes o trasladar producción a otros países con costos más bajos, se perderían empleos y algunas hasta cerrar sus instalaciones.
La minería y exportación de metales pudiera ver afectada su demanda reduciendo su rentabilidad en caso de que México responda con aranceles a la importación de maquinaria y equipos (incrementando sus impuestos), sobre todo bulldozers, perforadoras y camiones de carga que son los más caros.
En cuanto al comercio y consumo interno, el aumento de aranceles a productos importados, desde textiles, alimentos, electrónicos y otros insumos, pudiera reducir el flujo comercial en la frontera—principalmente en Nogales y SLRC—que también les pegaría en el turismo de gringos.
Veamos un punto intermedio: según los expertos, un ajuste moderado al tipo de cambio es la clave. Si la depreciación peso-dólar es moderada –entre un 5% y 10% anual--, se beneficiarían las exportaciones sin disparar la inflación, en caso contrario, si es rápida (más allá del 15% en poco tiempo), entraría México a una etapa de ajustes y pérdida de confianza reductora del nivel de vida actual.
No hay que olvidar que las importaciones serían más caras. México importa gasolina, (no creo que se sostenga en 24 pesos por litro como quiere la presidenta), maquinaria, tecnología y alimentos de EU que subirían de precio, aunado a ello aumentarían los costos de producción en aquellas empresas que dependen de insumos importados (como fertilizantes o autopartes) y trasladarían esos costos al consumidor provocando un efecto en el consumo interno pues si la inflación sube rápido, el salario real pierde valor y la gente compra menos, afectando la economía en general.
El librito dice que para combatir esto –lo cual sería un indicador--, el Banco de México subirá sus tasas de interés (aguas con quienes pagan casa o tarjetas de crédito), o venderá dólares en el mercado para evitar volatilidad extrema, se fomentará la producción interna para reducir la dependencia de importaciones en sectores clave (energía, agroindustria, manufactura) y promocionará la diversificación comercial con mercados de otros países para amortiguar los efectos de un dólar fuerte.
Veamos lo positivo para Sonora.
Si los fertilizantes, semillas y maquinaria son más caros, así como el alimento para el ganado (soya, maíz importado), no queda de otra que voltear a lo producido en México implementando biofertilizantes y técnicas de regeneración de suelo, así como catapultar ventas a Asia y Europa como ya lo hacen algunos empresarios sonorenses.
Quienes vean la ventana deberán observar que será un buen negocio la siembra de maíz entre otros productos, en materia de turismo los gringos, al tener mayor capacidad de adquisición en México, bien pudieran aprovechar la disyuntiva para fortalecer el turismo recreativo y médico que se verá ampliamente fortalecido, les irá muy bien también a aquellos que se manejan empleando tecnología y servicios de outsourcing (empresas de software, call centers) que facturarían en dólares y pagarían sus gastos en pesos.
Ahora bien, a veces se requiere un vuelco para adecuarse a la nueva modalidad (sobre todo en la construcción, trato sindical, educación universitaria, calidad de servicios y productos, entre otros aspectos) para cambiar la forma de hacer las cosas. Esta sacudida reforzará la búsqueda de los cómos sobre los porqués pues aquel negocio que no lo entienda, desaparecerá.
Por su parte, las diferentes cámaras empresariales tendrán el sartén por el mango para exigir a gobierno diferentes tipos de beneficios como incentivos fiscales para reducir las cargas impositivas y aumentar su capacidad de inversión. Y ya entrados, hasta se justifica una reducción o exención temporal del ISR, generar créditos fiscales sobre todo a las empresas que inviertan en infraestructura y modernización tecnológica o bien en proyectos de sustitución de importaciones y un largo etcétera.
Todo un sueño esperanzador. Pero se debe de pasar de un estado productivo primario, a uno secundario en el cual se le de valor agregado a los productos y pensar más en grande lo que se escribe fácil, aunque exageré con eso del lado bueno pues no se dará de un día para otro y las repercusiones negativas del incremento arancelario sí.
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de "CEO", Consultoría Especializada en Organizaciones...
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